Fe y esperanza en envase pequeño

El gran pequeño

El mejicano Alejandro Monteverde, director de la aclamada Bella (2006), busca conmovernos con la historia de Little Boy, un chico que anhela el regreso de su padre de la guerra. Con un reparto estelar y repleta de golpes bajos, nos adentramos en una historia que busca florecer aquel niño que todos llevamos dentro.

El gran pequeño
jueves 12 de noviembre de 2015
En una época donde la angustia y el dolor son tantas veces el factor común del día a día, viene muy bien esta clase de films que buscan darle al espectador esa cuota de esperanza que nunca está de más y que tan bien puede hacer. El gran pequeño (Little Boy, 2015) es de esas películas que tienen como premisa el hecho de la creencia como esa fuerza extra que permite crear y alcanzar lo que uno pretende. Alejandro Monteverde, en guion y dirección, y su compatriota Eduardo Verástegui, como productor y actor, nos aprisionan con un relato cargado de emociones, donde la lágrima fácil es forzada por los constantes golpes bajos que nos ejecuta. Jakob Salvati asume el rol principal, el de Little Boy, lográndonos conectar a los sentimientos y las travesías que vive desde la partida de su padre, interpretado por Michael Rapaport, a la guerra de Hiroshima. Cabe destacar que este pequeño actor desarrolla su primer papel importante en el cine sin ningún tipo de estupor ni rastros de la poca experiencia que pudiera tener y que, a la sorpresa de quedar en el casting – acompañaba a su hermano mayor sin ánimo de audicionar – se le sumó el haber salvado el hogar de su familia, donde en ese momento transcurrían por una delicada situación económica. La fe, la esperanza y los milagros comenzaban a formar parte de esta película desde antes de empezar a filmarla.El film se desarrolla al ritmo del intérprete principal donde, tras atravesar cada uno de los obstáculos que se le presenta, nos hace sumergirnos en un viaje lacrimógeno. La mayoría de las veces, pese al intento de que fluyan las emociones por parte de Monteverde, el efecto que se quiere provocar al público resulta forzado y pierde naturalidad. El reparto se completa de manera destacada con un siempre correcto Tom Wilkinson, una Emily Watson interpretando a la –¿Cuándo no? – sufrida madre del niño y un Kevin James que hace agua fuera de la comedia. Lo más destacado de esta obra es el aspecto técnico. El director atina al volver a apostar por viejos conocidos como Stephan Altman y Andrew Cadelago, los encargados de la musica y fotografía de Bella respectivamente, para generar el clima de la película.Pese a que el film no genera ese impacto sorpresa que toda ficción sentimentaloide necesita, el mejicano decide apostar a la idea de darle al espectador el mensaje de que con la fe todo es posible. El director peca de ingenuo – característica principal del personaje Little Boy – y decide brindar un abanico previsible de emociones donde el exceso de disparadores forzados denota un guión que agota al espectador por la abundancia de factores sensibleros. Alejandro Monteverde se encuentra alejado de la montaña, pero en franco ascenso para poder moverla, acercarla y quizás, con más próximas historias de fe, quien nos dice que no la pueda alcanzar.
5.0
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