El legado

Últimas conversaciones

Era complicado reconstruir un trabajo filmado por otro. Pero la montajista Jordana Berg y el productor João Moreira Sallesse sentaron a pensar cómo continuar el trabajo recién acabado de Eduardo Coutinho para Últimas conversaciones (Ultimas Conversas, 2014), y decidieron que la mejor manera de hacerlo, luego de varias deliberaciones, era dejar que el material hable por sí solo.

Últimas conversaciones
martes 27 de octubre de 2015
Hábilmente, dejaron en una primera escena al longevo director dialogando con Berg, en un momento en el que Coutinho no sabía cómo avanzar en el proyecto que lo acercaría a las nuevas generaciones.Más preconceptos y prejuicios el realizador tenía sobre éstos, más le demostraban lo errado que estaba, y ahí comenzaba su dilema, el de avanzar con una tarea que por nueve días lo tuvo cara a cara con personas que se convertirían en personajes de su filme pero sin poder profundizar realmente su objetivo.La repregunta astuta le permitió reencauzar algunas charlas, y la escucha activa y compasiva el saber que muchos de ellos le estaban dando un material que jamás hubiese imaginado que le darían o acercarían.En Últimas conversaciones la narración tiene el tempo de cada uno de los protagonistas, y si, por ejemplo, uno de ellos decide no hablar para preservar su identidad, él deja que el tiempo corra delante de la cámara.Esta estrategia posibilita diálogos que de otra manera no hubiesen aparecido, y además, en la exposición de los mismos se presenta la paradoja de querer saber si el tiempo era otro o era el que él les había otorgado a cada uno.Al ser un trabajo ahora entre tres, la curiosidad de ver si las decisiones estilísticas tomadas son propias o ajenas, además, brindan un placer en el disfrute que va más allá de la mera expectación, porque como espectadores, el panorama y el placer lúdico será otro.Los jóvenes dialogan, se abren, se muestran, se desnudan. Al ingresar al mundo de Coutinho se muestran, pero también se repliegan, y ahí está el maestro para desandar sus pasos y principalmente para hacer de la palabra una ética del discurso.Porque así es como siempre él se ha manejado, con la posibilidad de otorgarles a esos jóvenes que él ve tan lejanos a él, pero que en el fondo poseen una vivencia tan rica como la suya y que a través de la palabra potencian su discurso.Gran experiencia cinematográfica la que Moreira Salles y Berg nos regalan en continuidad a la obra acabada de un realizador esencial para el cine documental latinoamericano y mundial.
8.0
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