El inicio de un autor

Crónica de un niño solo

Estrenada el 5 de mayo de 1965, Crónica de un niño solo es la primera película dirigida por Leonardo Favio, luego de realizar su primer ensayo detrás de cámara con el cortometraje El amigo en 1960. 

Crónica de un niño solo
sábado 24 de octubre de 2015
No es novedad decir que Leonardo Favio ha sido el director que mejor articuló la tradición de un cine popular/industrial argentino con las nuevas tendencias de cine arte vigentes en la época. Favio es un autor cinematográfico y ya en esta primera incursión como realizador lo demuestra, dedicado el film a su maestro intelectual Leopoldo Torre Nilsson. Bajo su tutela se forma en el oficio del cine y realiza sus primeras tres películas, la denominada a posteriori trilogía en blanco y negro, que continúa con Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más... (1966) y termina con El dependiente (1969).Interpretada por Diego Puente en el papel protagónico, y con un guion de Zuhair Jury, hermano de Leonardo Favio, esta ópera prima está inspirada en vivencias personales de su infancia humilde relacionada con episodios de violencia y maltrato en su Mendoza natal. La historia comienza en el reformatorio donde el director expone la frialdad del lugar que alberga niños en situación de calle o “conflictivos” a través de la construcción de un espacio de encierro. Los recursos audiovisuales utilizados son el uso de planos generales simétricos, que infieren orden y carencia afectiva en los niños), los movimientos circulares, denotando encierro (vemos a Polín corriendo en círculos con un cartel aleccionador pegado en su pecho), y la puesta en escena que deja ver -desde la primera imagen del film- escaleras que bajan en forma de espiral indicando un “sin salida”. El sonido exacerbado aporta niveles agudos para irrumpir con violencia en la tranquilidad y bienestar emocional de los individuos (entiéndase tanto niños protagonistas como espectador). Otro recurso es el uso de angulación contrapicada para remarcar el ejercicio de poder impostado por el celador.La manera de presentar estos lugares marcan un claro contraste con el espacio exterior. Una vez en libertad, tras escapar del orfanato, Piolín regresa a su barrio humilde y deambula por escenarios rurales. La profundidad de campo aparece en los exteriores: cuando Polín está con su amigo, o cuando aparece Fabián (personaje interpretado por el mismo Favio). Estos dos momentos auspician un futuro esperanzador para el personaje, donde el destino parece jugar a su favor. El exterior luminoso rápidamente se torna oscuro, gris, desalentador para el protagonista: La hostilidad recibida por la policía o los mismos niños de su edad parece superarlo. Polín no comprende la maldad, lo excede. La muerte comienza a rodearlo y es, en el diseño del espacio, donde el afuera se torna circular como en el interior del internado. Del barrio de emergencia vuelve al río, para volver al barrio de emergencia. El destino cíclico pre anuncia la fatalidad de Polín.La maestría de Favio está en enunciar el film siempre desde el punto de vista del niño, con planos subjetivos de su mirada, la película muestra y demuestra el sin sentido de la crueldad alrededor de Polín que lo obligan a actuar como un adulto, perdiendo su inocencia, y con la fuerza como único modo de defensa frente al otro. La escena del abuso a su compañero y amigo es determinante, funciona como fin de las expectativas de libertad. La mirada a cámara final busca pasarle al espectador la responsabilidad de encontrar una solución a la injusticia que se acaba de presenciar. Pero también marca el debut de un genio del cine nacional, quizás el más grande por su honestidad, compromiso y grandeza, para narrar historias con esas imágenes que nos invitaron a soñar tantas veces, y lo seguirán haciendo.
8.0
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