La familia posmoderna en clave Apatow

Vacaciones

Allá a principios de los cada vez más lejanos 80s, Chevy Chase era un comediante en ebullición salido de la escuela del exitosísimo programa Saturday Night Live. Uno de sus roles más recordados en films cómicos es uno en el que interpretaba a Clark Griswold, padre de la familia norteamericana tipo, y los enredos y contratiempos de planear unas vacaciones en familia. La película se llamaba Vacaciones (National Lampoon’s Vacation,1983), parte de una saga de films cómicos de la época.

Vacaciones
miércoles 29 de julio de 2015
Treinta y dos años después llega a nuestras salas Vacaciones (Vacation, 2015), una suerte de híbrido remake/spin-off del film homónimo. Pero las cosas, el mundo y la vida cambiaron un poco desde 1983. Esta vuelta es Rusy Griswold (hijo del viejo Clark en la ficción) quien planea unas vacaciones familiares que incluyen un excesivamente largo viaje en auto para llegar a Wallyworld, un parque de diversiones que cuenta con la montaña rusa más grande, peligrosa o rápida del mundo, cualquiera sea el rasgo característico que la haga digna de semejante periplo desde el guión. De más esta anticiparles que el viaje en cuestón se vera plagado de contratiempos, accidentes y elaboradas complicaciones de la mayor variedad imaginable. Y justamente es el guión el primer lugar desde el cual el film intenta despegarse de su antecesor. Es el mismo Rusty quien dice “estás vacaciones tienen valor por si mismas, nada que ver con las anteriores” como queriéndonos convencer de que no vamos a ver algo integramente copiado, o al menos no tanto. Las secuencias de accidentes, golpes y mal entendidos tienen el mismo aire que en 1983, pero con un giro escatológico, como si Judd Apatow hubiese supervisado escena por escena el trabajo de la dupla de directores John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein (Quiero matar a mi jefe [2011], El Increíble Burt Wonderstone [2013]). La comedia sigue siendo la misma, pero más cruda. Si al Griwold de Chevy Chase le hacia ojitos una rubia desde un convertible rojo en la ruta, al Griswold de Helms le sucede lo mismo pero con la diferencia de que la rubia se distrae y se cambia de carril accidentalmente colisionando de frente con un camión. La comedia llevada a un extremo para ganar en impacto. Mentiríamos si les dijesemos que ninguna secuencia es capaz de sacarles una risa. Ed Helms (¿Qué pasó anoche?, 2009) y Christina Applegate (La Cosa Más Dulce, 2002) haciendo las veces de papá y mamá Griswold se mueven bien dentro del género y demuestran también ductilidad para la comedia física. El elemento que más sufre es el eje temático del film: esa familia clásica norteamericana de hace treinta años difícilmente encuentre paragón en un Siglo XXI plagado de familias disfuncionales, con falta de comunicación y lazos afectivos. La base sobre la que intenta asentarse el universo de la película prácticamente ha dejado de existir en nuestro tiempo. Tal vez sea este el problema más grande con el que tenga que lidiar la película, porque sin importar cuanta escatología por fotograma podramos tolerar o cuan corrosivo se haya vuelto el humor en el nuevo milenio, cuando el nucleo de una historia ya no responde a un modelo de fácil asociación, es difícil que tenga una buena recepción.
6.0
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