Crítica de "Madres de los dioses", la transformación espiritual según Pablo Agüero

Madres de los dioses, que se sumerge en la vida de cuatro mujeres valientes, cuyos destinos se entrelazan en un rincón del sur de Argentina, El Bolsón, después de haber enfrentado desafíos y adversidades, se estructura de manera ingeniosa, dividiéndola en tres episodios que desafían la tradición al invertir el orden de las escrituras sagradas: Apocalipsis, Iluminación y Génesis.

El viaje comienza con una deslumbrante interpretación de Geraldine Chaplin, quien nos sumerge en un relato sobre la creación. Su voz guía al público hacia las vidas de las cuatro mujeres: Samiha, Humana, María y Maicoño. A través de sus experiencias de muertes simbólicas y transformaciones personales, la película profundiza en las complejidades de la espiritualidad y la autotrascendencia.

Lo que diferencia a Madres de los dioses de otros trabajos relacionados con lo místico es su capacidad para trascender las etiquetas y los estereotipos. A pesar de su carga espiritual, la película se aleja de cualquier tendencia de "cine de autoayuda" y, en su lugar, utiliza esta temática como un punto de partida para abordar cuestiones sociales fundamentales. Explora el papel de las mujeres en la sociedad, sus creencias y cómo cada una encuentra su camino hacia la autenticidad en un mundo en constante cambio.

Pablo Agüero ha logrado crear una obra cinematográfica profunda y reflexiva que no solo es visualmente cautivadora, sino que también invita a cuestionar y reflexionar sobre la vida, la espiritualidad y la búsqueda de la verdad en un mundo complejo.