Crítica de "Pistas para volver a casa": La hermandad

Tras co-dirigir con Juan Pablo Martínez el film "Desmadre" (2011), la también actriz Jazmín Stuart presenta –ahora en solitario- "Pistas para volver a casa" (2014). Se trata de una historia en donde, inesperadamente, dos hermanos cuarentones deben convivir durante algunos días.

Crítica de "Pistas para volver a casa": La hermandad
domingo 23 de noviembre de 2014

Dina (Erica Rivas) es una mujer joven que no se preocupa en cuidar su imagen. La vemos trabajar en una lavandería y dormir en su monoambiente. No volverá a pisar esos lugares durante el resto del metraje; pero comprendemos que su vida se agota en esos espacios. Pascual (Juan Minujín), su hermano, se ha separado y consiguió que una mujer mayor –sexo mediante- cuide sus hijos. Los dos tienen un presente poco feliz y su relación es más bien distante. Hasta que un día, Pascual recibe un llamado; su padre ha sufrido un accidente y hay que ir hasta un hospital de pueblo, en donde se recupera. Un motivo para convivir durante un breve tiempo, aunque sea de urgencia y arriba de un auto.

Pistas para volver a casa mixtura comedia, suspenso, drama, road movie; el resultado es un relato agridulce, una (nueva) incursión en el vínculo de hermandad. Jazmín Stuart demuestra su capacidad para transitar esa multiplicidad de géneros con soltura, sin caer en situaciones forzadas, sosteniendo una buena parte del relato con una banda sonora que le da identidad al film, al mismo tiempo que subraya su costado “infantil”. Porque, claro, en ambos hermanos hay mucha inmadurez; él, que no puede hacerse cargo de su soltería; ella, que no admite que su soledad es un problema y no una decisión.

En el medio, hay un padre (Hugo Arana) que añora a una mujer (Beatriz Spelzini) que los ha abandonado a todos. Hacia ella irán Dina y Pascual, para conocer las pistas que le dio su padre antes de ser atropellado, y que los llevarán hacia una buena cantidad de dinero.La película también funciona en su concisión de conflictos; el tesoro a encontrar es tan sólo la excusa para poner a todos en sintonía. En ese sentido, el encuentro con la madre abre un capítulo un poco disonante, que se integra con una mayor lateralidad a la trama principal.

Todo el elenco es homogéneo (da gusto ver a actores de gesta más teatral, como Arana y Spelzini, en papeles importante), pero los laureles se los llevan Rivas y Minujín, capaces de revelar un mundo entero con un par de gestos. Un buen primer paso, en solitario, para una directora que sabe qué contar y cómo hacerlo.

8.0
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