Crítica de "Escobar: Paraíso perdido": El Patrón del Mal

Benicio Del Toro se pone en la piel del narcotraficante colombiano Pablo Escobar en "Escobar: Paraíso perdido" (2014). Pero la historia no se centra realmente en él, sino en el gringo (“¡Soy canadiense!”) que corteja a su sobrina y sufre en carne propia el infortunio de unirse al círculo familiar el rey cocalero.

Crítica de "Escobar: Paraíso perdido": El Patrón del Mal
viernes 26 de septiembre de 2014

El extranjero en tierra extraña es Nick (Josh Hutcherson), un surfista que en compañía de su hermano monta negocio en la costa selvática de Colombia hacia 1991. Allí conoce a la bella María (Claudia Traisac), quien intenta aleccionarle en turismo. “Ustedes los yanquis vienen y se creen que han encontrado el paraíso,” le dice, “Mientras ignoran todos los problemas del país”. Crítica irónica, porque ella misma ignora (o elige ignorar) los negocios de su tío Pablo (Del Toro).

La primera mitad de la película nos muestra la relación entre Escobar y Nick, a quien recibe como hijo propio en su exuberante hacienda. Del Toro se roba todas las escenas en las que aparece. Escobar ama conjugar a su extensa familia en pomposas sesiones de fotografía y filmaciones que él mismo dirige. Tiene debilidad por el oro y las posesiones extravagantes. En una escena invita a Nick a sentarse en un coche agujereado a balazos. “En este auto mataron a Bonnie y Clyde,” le dice. “Tú estás sentado donde mataron a Bonnie”.

La segunda mitad de la película lidia con el dilema personal de Nick sobre si llevar a cabo o no ciertas órdenes de Escobar, quien se está preparando para entregarse voluntariamente a prisión. La tensión se mantiene constante a lo largo de una larga secuencia de escape y persecución, bastante realista en su desarrollo y conclusión. Nick no es ningún héroe de acción, aunque el miedo y la desesperación por mantenerse vivo sacan lo mejor de él.

Escobar: Paraíso perdido disfruta de la fuerte caracterización que hace Del Toro de Escobar. Nos deja con ganas de verle de protagonista, de tenerlo en el centro y no en los laterales de la película que lleva su nombre. De todas formas Hutcherson está bastante bien como contrapunto espectatorial. El estrecho foco de la película le da un gusto a telefilm, pero la historia de cómo “Nadie huye de Pablo Escobar” es una buena forma – acaso parabólica – de abordar la figura.

6.0
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