Las Niñas Quispe

Justa, Lucía y Luciana Quispe, se dedican al pastoreo de cabras en el altiplano chileno. Ellas parecieran estar ajenas a todo lo que sucede en el mundo urbano, pero no es así. Una nueva ley impuesta por el gobierno de Pinochet pondrá en peligro el único trabajo que saben hacer, desencadenando inexorablemente un trágico desenlace.La historia de la hermanas Quispe es utilizado por Sebastián Sepúlveda para hablar de cómo la dictadura pinochetista también llegó a las zonas inhóspitas del desierto chileno y de esa manera poder controlar a sus habitantes. Lo que el realizador logra es mostrar a través de un relato introspectivo y metafórico las consecuencias de la dictadura sobre zonas y personas que nunca antes nadie había tratado. Una nueva ley quiere acabar con todas las cabras porque sostienen que se comen el pasto. De esta manera los pastores deberán emigrar a zonas urbanas y el gobierno podrá así tener a la población y las tierras bajo un control total. Las Quispe se rehúsan a esta orden y optarán por un final tan trágico como poético. Y que el director logra retratar con total naturalidad, a través de un relato moroso, filmado en escenarios naturales y con tres actrices que dejan el alma en sus personajes.Cuando parece que el cine abordó desde todos los lugares posibles a las dictaduras latinoamericanas, aparecen nuevos directores con visiones diferentes, capaces de indagar en terrenos no explorados a través de poéticas mucho más oníricas y alegóricas. Sebastián Sepúlveda  lo logra en Las Niñas Quispe y ese es un mérito por partida doble.