Qué historia es ésta y cuál es su final

Conciso, sensible, sencillo. Así es el trabajo de José Luis Torres Leiva, que en apenas cincuenta minutos tiene la capacidad de ahondar en el mundo cotidiano de Agüero con una minúscula cantidad de planos. Estructurado a partir de un puñado de preguntas hechas por una joven investigadora, este documental transcurre sin provocar que lo informativo acapare el sentido del relato. Por el contrario, el resultado final deja más bien la sensación de haber asistido a una serie de pensamientos íntimos, cuyas capas de sentido están directamente vinculadas a la obra del realizador.“Un documental es la lectura de un espacio central”, dice Agüero en determinado momento. Máxima que encaja a la perfección con el trabajo de Torres Leiva. ¿Cuál es, entonces, el espacio central de su film? Aquí, es la relación entre vida y obra. La primera, representada por las anécdotas que suscitan las fotos. Y la segunda, representada por las películas: fragmentos que, por una parte, “actualizan” al espectador argentino sobre la obra de Agüero y, por otra parte, apuntan los tópicos más sobresalientes de la obra del chileno: la memoria y la historia.Qué historia es ésta y cuál es su final hace hincapié en las casas que habitó el director; tras ellas (y sus posteriores derrumbes) se esconden los contextos que albergaron aquellos materiales audiovisuales, capaces de testificar una historia personal y los cambios políticos que vivió Chile en los últimos treinta años. La dictadura, esencialmente, ocupa un lugar privilegiado en las películas del director. Como esas casas destruidas que las fotos recomponen, su cine permite reconstruir un momento histórico que aún no se ha terminado de cerrar.