Mujer Fatal

Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta

Pocas películas de Latinoamérica siguen los parámetros de los géneros para empujarlos al máximo. Y la emergente producción chilena tenía que poner a prueba esa libertad y llevarla hasta el límite donde cada película se vuelve ya no, sólo una historia y un argumento, sino una gran experiencia cinematográfica. Violenta y divertida, Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta (2013) dirigida por Ernesto Díaz Espinoza, es una película que va por la senda de ser un pastiche de los videojuegos, pero con ello puede ir desde el Thriller hasta la comedia sin dejar el drama ni la cultura pop ni lo marginal.

Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta
Todo empieza con la mujer metralleta (Fernanda Urrejola) de estilo prostituta- punk con un manejo implacable de las armas de fuego, por quien se ofrece una gran recompensa. Entonces todos los asesinos que habitan en la ciudad, tanto mexicanos, chilenos como argentinos, la buscan. Cada uno con su estilo de matar intentan atraparla. Pero todo es imposible. El jefe de una tanguería, un mafioso argentino, es quien quiere la cabeza de la mujer metralleta.  Y por casualidad, de todo esto se entera Santiago (Matías Oviedo) un DJ, aficionado a los videojuegos, que trabaja en la tanguería. Para salvar la vida, y haciendo caso omiso a su inexperiencia matonesca, ofrece capturarla. A partir de ahí empieza para Santiago una carrera contra el tiempo por sobrevivir y atrapar a la asesina más despiadada. Pero también tendrá que luchar entre cumplir su misión de entregarla y una gran obsesión amorosa y sexual que tiene por ella.La película sigue el estilo del folletín-pop que sólo hace recordar a Quentin Tarantino y sus películas A prueba de muerte (Death Proof, 2007) y Tiempos violentos (Pulp fiction, 1994). Empezando por la tipografía y la música que acompaña a las escenas de transición y a la  presentación de cada personaje. Pero en la película de  Ernesto Díaz Espinoza todo está organizado como los videojuegos, por niveles y misiones bien cumplidas y el valor de la vida que sube según Santiago vaya acabando con otros asesinos. Incluso está filmada como la imagen que hace recordar a aquellos juegos de misión: siempre la cámara en picado siguiendo al personaje principal que va rumbo a la aventura.Sin duda apropiarse de ese estilo tarantinesco le hace que se relacione con otros registros más dramáticos y, sobre todo el humor siempre necesario. Sin embargo, tiene partes de comedia, de thriller, policial y acción. La violencia (en la que puede  encontrarse la sombra del estilo de Martin Scorsese) está más presente en toda esa mezcla y las escenas sangrientas  se reparten en una trama atrapante que nunca pierde lo local, pues resulta muy interesante como todo ese bajo mundo se nutre de otras nacionalidades.Tal vez con un final que rompe un poco todo lo que venía construyendo, es una película imperdible por toda la manera como intercede entre géneros, e incluso los subgéneros, hasta concebir un producto fuera de sí. Citadino y atípico. Pero hecho con una potencia que la vuelve sumamente actual. Y en toda la aventura lo más deslumbrante es efectivamente la mujer metralleta.
8.0
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