La mujer misterio

Errata

En su ópera prima, el joven realizador Iván Vescovo trabaja a partir del cruce entre un romance y un acto delictivo. Errata (2012) presenta virtudes y también pasos en falso.

Errata
jueves 22 de noviembre de 2012
Ulises (Nicolás Woller) es un joven fotógrafo que acaba de ser dejado por su novia. Apenas unos segundos más tarde conoce a Alma (Guadalupe Docampo), una bella estudiante de Letras que lo deslumbra. No es un dato menor que él sea fotógrafo y ella se dedique a la literatura, pues en este film las nociones de la realidad y los modos de copiarla y de lo real y lo ficcional son centrales.Errata es una ópera prima ambiciosa. No todas las primeras películas lo son. Hay un tratamiento fotográfico muy elaborado (imagen en blanco y negro, estética delineada con pulso milimétrico), actores famosos en roles secundarios, citas a la obra de Jorge Luis Borges. Todo, en unos compactos 75 minutos, puede ser demasiado. El idilio amoroso va a devenir en caso policial, cuando Alma desaparezca e ingrese su hermana en el relato, haciendo que Ulises tenga una acompañante que lo ayude a buscar algo de luz y desentrañar el misterio. Que, como es de esperar, comenzará a multiplicarse.Es cierto que el policial trabaja a partir de estereotipos. Aquí, el más evidente es el de la femme fatale, a la que Guadalupe Docampo le aporta su solvencia actoral (se destacó en La Tigra, Chaco, de Juan Sasiaín y Federico Godfrid, 2009) y su innegable sex appeal. Los roles inherentes a este tipo de género aparecen en el film: están los investigadores (Ulises y la hermana de Alma) y los sospechosos y ayudantes, que alimentan no sólo el primer misterio (la desaparición) sino otro más, vinculado a un codiciado ejemplar autografiado de El jardín de los senderos que se bifurcan, de Jorge Luis Borges. Asunto que involucrará a un profesor de la joven (Claudio Tolcachir) y a su empleador (Arturo Goetz) en la librería en donde está el codiciado libro.Como vemos, intriga no sobra. Vescovo la desarrolla y alterna algunos pasajes oníricos, buscando de este modo que los temas borgeanos vinculados a la historia (la copia, el doble, lo laberíntico) queden plasmados en la imagen. Los problemas de Errata son esencialmente dos. En primer lugar, las abundantes menciones a esos temas y el regodeo excesivo con los movimientos de cámara (que devienen artificiosos) hacen que el relato se repita y pierda parte del interés que al comienzo generó. El segundo problema es consecuencia del primero: exceptuando a Docampo y en menor medida a Goetz, el resto de las actuaciones están un tanto deslucidas, y los diálogos no ayudan a que el todo sea más verosímil. Pese a ello, Errata es una película –repetimos- ambiciosa, que muestra a un joven director con ganas de experimentar a partir de un género con amplia trayectoria. Habrá que seguirle los pasos.
6.0
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