Políticamente incorrectos

Locos por los votos

Protagonizada por dos “pesos pesados” de la comedia americana contemporánea, Locos por los votos (The Campaign, 2012) trata desde el cinismo, la parodia y desfachatez, la campaña política sin escrúpulos que llevan a cabo dos candidatos al congreso. Con grandes momentos, la película decae sobre el final en la innecesaria reivindicación de sus personajes.

Locos por los votos
lunes 29 de octubre de 2012
Cam Brady (Will Ferrell) está en campaña para renovar su mandato como congresista. Lejos de ser un político capaz, es además un adicto a los affaires. La figura del congresista pierde popularidad, y los magnates corporativos (geniales John Lithgow y Dan Aykroyd), deciden salir a buscar un nuevo candidato que los deje hacer sus negociados. Aparece en escena Marty Huggins (Zach Galifianakis), un nerd querido en su pueblo por su ingenua conducta, que deberá realzar los valores republicanos. La batalla no tendrá códigos como anticipa el refrán que da inicio al film.Locos por los votos se presenta como una comedia disparatada y burlona sobre los agentes del poder, ganando en la representación de los estereotipos visualizados en las campañas: debates orquestados, besos a bebés (una de las mejores escenas de la película) y prototipos republicanos: nombrar reiteradamente a Jesús, la apología al uso de armas, la postura con los inmigrantes, etc.Hay un par de aciertos a tener en cuenta en la representación de los políticos norteamericanos que muestra la película: son tipos idiotas, están manejados por las corporaciones, y sólo esperan que los medios o su asesor político les digan que hacer. Son incapaces de tener un pensamiento propio y carecen de cualquier tipo de ideales. Están enmarcados en un primitivismo preocupante.Pero la película dirigida por Jay Roach (Austin Powers, La familia de mi novia), se encuadra en la comedia americana clásica y pierde sobre el final su carácter trasgresor, redimiendo a sus personajes y reestableciendo valores. Sin embargo el film maneja muy bien los tiempos y, con lapsos que rozan la genialidad, logra ser un entretenimiento grato.Eso si, el mayor atractivo de Locos por los votos sigue siendo ver en escena a Will Ferrell y Zach Galifianakis en una suerte de duelo humorístico-actoral, cuyo único ganador será el público.
6.0
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