Crítica de "Ted": Mi oso favorito

Aunque no se puede negar su valor provocador, Ted es también una comedia que aborda la infancia y la amistad, aunque con un estilo peculiar. Cualquier cosa que salga de la boca o las acciones del pequeño osito, que fuma, se droga, bebe y disfruta de las mujeres fáciles, puede volverse risible y quedar en entredicho.

La película comienza con la voz en off de Patrick Stewart narrando cómo un niño recibe de regalo un oso de peluche (llamado Ted) y pide el deseo de que cobre vida. Así, mágicamente, el oso cobra vida y comienza a hablar y moverse por sí solo. Lo que al principio parece una historia de Disney o Pixar, se convierte en un frenesí total donde el niño, ahora adulto de 35 años llamado John Bennett (interpretado por Mark Wahlberg), y su oso Ted, han crecido juntos.

Pasan el tiempo viendo programas viejos de televisión, fumando y bebiendo sin parar, lo que pone en peligro la relación de John con su novia Lori (Mila Kunis), quien no soporta la idea de que su novio siga
atrapado en la infancia debido a Ted. La película se convierte en un tira y afloja entre las ganas de madurar de John y su peluche problemático.

Con chistes al estilo de Family Guy y referencias a Springfield, el humor, basado en temas actuales como la homosexualidad, el sexo y otros vicios, se mantiene mesurado dentro de su doble sentido, sin llegar a ser exagerado ni perverso. Este humor impregna todos los elementos de la película, desde la comedia hasta el romanticismo, el suspenso, la acción y la burla.

A pesar de su apariencia, Ted no está dirigida a niños, sino principalmente a adultos o adolescentes en etapas de maduración que disfrutan de comedias con personajes directos y sin tapujos. El vínculo bien construido entre Ted y Mark Wahlberg, quien realiza una actuación acertada en este papel a pesar de no ser conocido por sus dotes en comedia, lleva la película, con ambos personajes pasando por puntos de giro que añaden emoción a la trama.