Crítica de “Los dueños de la noche”, familia de policías con Joaquín Phoenix

Pero Los dueños de la noche se separa de la influencia de la película de Scorsese y alcanza vuelo propio. Si bien su personaje principal también deambula entre dos bandos (como sucedía en Los infiltrados) que son la mafia del narcotráfico y la policía; Los dueños de la noche es también el descenso a los infiernos de un individuo.

Bobby (Joaquin Phoenix) vive en el paraíso, tiene una novia bellísima (Eva Mendes), maneja el club nocturno “El Caribe” donde es reconocido por gente del ambiente que se dedica a las drogas. Aunque él no participa de los negocios sucios obtuvo el respeto y el poder entre la gente del lugar.

Ya desde la primera escena lo vemos tomar lo que desea, él tiene todo a su disposición, mujer, dinero, drogas, etc. Pero como toda personalidad tiene algo que ocultar: su familia. Bobby pertenece a una familia de policías. Su padre (Robert Duvall) es policía de antaño y su hermano (Mark Wahlberg), siguiendo la tradición familiar, acaba de recibirse. Bobby nunca obedeció al mandato paterno y triunfó en otro ámbito aunque nunca obtuvo el reconocimiento de su familia.

El conflicto empieza cuando ambos mundos chocan. Su hermano pretende atrapar a un narcotraficante que opera en El Caribe y resulta herido. A partir de ese momento Bobby tendrá que optar por uno de los dos bandos. Pero no lo hará por elección de gusto, sino que se verá obligado por la necesidad primaria (es el deber contra el querer) de proteger a su familia, por mas que ello lo lleve a perder su cómoda posición social. Bobby tiene el dilema interno de poner en riesgo todo lo que tenía en su mundo o ayudar a su familia, y ese es el gran valor de la decisión que toma.

El director y escritor James Gray, realiza un policial de tinte realista, con un Joaquin Phoenix en otra gran actuación. Las escenas de acción/tensión están retratadas con tono épico, elevando el género y convirtiéndolo en un drama tan profundo como desgarrador.

La película toca temas como la traición, la lealtad, el honor; en donde la composición de cada personaje es justa y precisa, para otorgarle el valor correspondiente a las decisiones que marcarán el camino de cada hermano. “Los hermanos sean unidos” decía el Martín Fierro, libro que al parecer, James Gray leyó.