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Los agentes del destino

Los agentes del destino (The Adjustment Bureau, 2011) genera una sensación curiosa, difícil de medir en adjetivos calificativos vinculados a los parámetros de aceptación o no de una película. Es más bien un síntoma de la peligrosa enfermedad generada por El Origen (Inception, 2010). ¿Pandemia de sobre-explicaciones y el subrayado en puerta?

Los agentes del destino
miércoles 15 de junio de 2011
La ópera prima del guionista de Bourne: El ultimátum (The Bourne Ultimátum, 2007) y La nueva gran estafa (Ocean's Twelve, 2004), George Nolfi, narra la historia de un candidato a congresista estatal (Matt Damon) a punto de alzarse con el triunfo. Pero su histrionismo y carisma fueron insuficientes: al fin y al cabo la política, en mayor o menor medida, se sigue basando en ideas. Cabizbajo, en el baño se besa con la hermosa bailarina Elise (Emily Blunt), a quien ¿casualmente? vuelve a cruzarse al otro día en pleno viaje en transporte público. Pero unos misteriosos hombres de sobretodo negro empiezan a perseguirlo asegurándole que debe dejar a la chica, que sus caminos no deben cruzarse y que todo fue un accidente. A partir de allí David debe decidir entre dejarla o seguir e intentar torcer los destinos prefijados.No es una novedad que los productores y guionistas de Hollywood se muevan para donde caiga ese maná verde que son los billetes, ni mucho menos sorprendente que el arrollador éxito de El Origen haya despertado un notable interés por historias donde realidad y fantasía se ubican a la par y las alteraciones geográficas y/o temporales son una rutina: a Los agentes del destino le seguirá 8 minutos antes de morir (Source Code,2011) y seguirán las firmas.Lo cierto es que la fórmula de Nolan consistía en transvestir una historia básica en otra compleja, como si la sumatoria ad infinitum de realidades paralelas fuera sinónimo de complejidad formal, “profundidad psicológica” y personajes repletos de “matices. Nolan invertía gran parte del film en largos parlamentos con el único fin de clarificar absolutamente todo, de descabezar cualquier clavo peligroso para la carrocería de su vehículo hacia el éxito. Y lo hacía con un cinismo atroz: dos personajes paseando por el subconsciente, uno preguntando y el otro respondiendo cual lección oral de colegio secundario. ¿Resultado? Dos horas y medias de un loop de paisajes bien disímiles –no sea cosa que alguien se los confunda y se pierda el encanto- y una gran fantochada fílmica.Ese acto de cálculo –de allí el uso del verbo invertir y no “gastar”: aquí hay una retribución a futuro traducida en una montaña de dólares- es también uno de no creencia en la capacidad intelectual del espectador ni en la historia que se tiene entre manos. En todo el film se percibe el terror a que no se entienda o que en algún momento la narración se disperse tanto que el público se desconcierte. Y un público desconcertado es un público infeliz. Y un publico infeliz, no paga.Nolfi ejecuta un plan similar: quiere juguetear borgeanamente (o dickeanamente: el film está basado en el cuento de 1954 Adjustement Team de Philip K. Dick) con lo inconmensurable de la vida, la alteración del tiempo y la transportación física mediante portales, pero se apoltrona en la sobre-explicación y la comodidad de lo sabido. En uno de los plot point, David le cuenta a Elise qué está pasando y por qué lo persigue encapotados hombres de sombrero. Lo curioso es que lo hacen mientras corren desesperados abriendo y cerrando puertas, recorriendo Estados Unidos de norte a sur y de este a oeste, quitándole cualquier vestigio de verosímil. Como si lo primordial fuera la secuenciación lógica de los hechos y no los hechos en sí.Es un ejercicio interesante pensar qué hubiera sido de este film en manos de Richard Kelly. Si en Donnie Darko (2001) y La caja mortal (The box, 2009) edificó mundos caprichosos e inexplicables donde los hechos se suceden sin un ápice de explicación tranquilizadora y regidos exclusivamente por el arbitrio de esa lógica, Los agentes del destino no da puntada sin hilo y vacila ante cada paso. Ok, La caja mortal paga su ambición con irregularidad y un posicionamiento por sobre los personajes peligrosos, pero lo hace contraponiendo su cosmovisión con la del espectador. Nolfi no, lo que convierte a Los agentes del destino una película que no es buena ni mala. Es inocua.
4.0
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