La culpa y el perdón

Aguas turbulentas

Aguas turbulentas (De Usynlige, 2008) narra el mismo hecho trágico desde dos perspectivas diferentes con la maestría de un director que supo acomodar cada una de las piezas de un drama familiar en el lugar exacto. Así evita el lugar común y la complicidad del espectador.

Aguas turbulentas
martes 07 de junio de 2011
Jan acaba de salir de la cárcel luego de una condena de quince años por el asesinato de un niño en una confusa situación. Allí pasó toda su adolescencia y los primeros años de su incipiente juventud y cree haber pagado su deuda con la sociedad. Al salir se desempeña como organista de una iglesia de Oslo. Su vida transcurre en una aparente normalidad hasta que la madre del niño muerto lo descubre deleitando musicalmente a los chicos de una excursión que ella conduce. A partir de ahí el mundo se les desmorona a ambos entre culpas y perdones que no llegan.Aguas turbulentas se enmarca dentro de una trilogía conformada por Schpaaa (1998) y Hawaii, Oslo (2004), cuya temática se asocia con la marginalidad y la delincuencia adolescente. En esta línea, Erik Poppe presenta la historia de Jan, el asesino, y de Agnes, la madre de la víctima, ofreciendo un relato desde dos ángulos opuestos que pone al espectador en el lugar de juez capacitado para dictar el veredicto final.Uno de las mayores virtudes del film son las actuaciones. Pål Hagen Valheim Sverre matiza a su Jan de ese estadío confuso entre la culpa y la redención, nunca se sabrá en realidad qué pasa por la mente dentro de un cuerpo que manifiesta una contradictoria triste alegría. Por otra parte, Trine Dyrholm alcanza la medida justa que la composición de Agnes requiere ante sentimientos tan contradictorios como la venganza y el perdón.Poppe maneja los datos a cuentagotas. Si bien el relato se divide en dos episodios que podrían ser reiterativos, la mirada inteligente de Poppe logra brindarle información a los personajes que el espectador desconoce,  creando un suspenso que por momentos se vuelve aterrador: la intriga de saber qué es lo que en realidad pasa por las mentes de esos personajes al borde de la desesperación es constante y creciente. La música también juega un rol crucial en esa construcción, ya sea la que interpreta el propio Jan o la que suena extradiegéticamente e intensifica dramáticamente la trama.De escasa llegada a nuestro país, Noruega ofrece una de las obras más extraordinarias que el cine haya brindado en mucho tiempo. La delgada línea que separa el bien y el mal, el perdón y la condena, el cielo y el infierno se plasma con una inteligencia que el cine muy pocas veces se permite (o le permiten): sin menospreciar al espectador y evitando caer en el típico melodrama lacrimógeno.
10.0
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