Una vaca cayó del cielo

Un cuento chino

A lo largo de los últimos años, Ricardo Darín se ha convertido en la figura indiscutible del cine argentino. Con su sola presencia, no sólo conquista la taquilla, sino que eleva el nivel artístico gracias a su incuestionable histrionismo actoral. Un cuento chino (2011) no es la excepción.

Un cuento chino
martes 22 de marzo de 2011
Roberto (Ricardo Darín) está por llegar a los 50. La vida (o la guerra de Malvinas) lo ha convertido en un tipo tosco, solitario y bastante obsesivo. De profesión ferretero, tiene un único hobby: coleccionar recortes con noticias insólitas. Un buen día, mientras camina por la ciudad, se encuentra a un chino recién llegado al país que no habla ni una palabra en español. “El chino” (Ignacio Huang) terminó en Argentina después de que una vaca que cayó del cielo matara a su prometida. Sin poder comunicarse, sin dinero y con la dirección equivocada de un pariente , Roberto se hará cargo de este singular personaje, que moverá las estructuras de un hombre que pareciera no reaccionar frente a la vida.Un cuento chino es una película de humor pese a que se articula a partir de la tragedia, y ese humor recae en la actuación de un Ricardo Darín que logra dotar a su personaje de un temperamento atípico. A pesar de construir un ser apático, poco querible y con cero identificación, genera que el espectador termine riéndose de la tragedia que rodea su vida.Sebastián Borensztein tiñe al film de la atemporalidad necesaria para provocar el efecto deseado: si no fuera por los autos ubicados en el exterior uno no podría definir la época en la que transcurre la historia, más allá de algunas referencias temporales. Eso lo logra a través de un minucioso trabajo en la dirección de arte, por la que cada detalle es cuidado al máximo para determinar la personalidad de los personajes y el porqué de ese estado agónico del que parecieran no querer salir, sobre todo Roberto. Así veremos elementos que remiten a diferentes épocas. Cmo si el tiempo nunca hubiera transcurrido sobre la vida de ese hombre.La historia recurre a un tercer personaje que recae en la joven actriz Muriel Santa Ana, funcionando como un contrapunto entre Roberto y “El chino”. Una interpretación justa para no desviar el eje del conflicto hacia un carril innecesario como la historia de amor, que sólo se plantea como subtrama.Una historia que parte de un disparate absurdo se convierte en una obra interesante gracias al aporte de un actor que cada día crece más y más. Y claro está, a un contexto que le permite lucirse. Un cuento chino que no es ningún cuento y eso se nota.
8.0
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