El difícil arte de producir películas

Malos muchachos

Robert De Niro y Barry Levinson, actor y director de Mentiras que matan (Wag the dog, 1997) la sátira política sobre el gobierno de Clinton, vuelven a juntarse en Malos muchachos (What just happened, 2008) que acaba de editarse directo al dvd. En este caso la sátira es a Hollywood donde la frivolidad, los egos y la presión juegan un papel fundamental en el modo de concebir un film.

Malos muchachos
jueves 24 de febrero de 2011
Ben (Robert De Niro) es un productor cuya imagen se encuentra en crisis, algo gravísimo si de Hollywood se trata. A su vez, su ex mujer (Robin Wright) con quien mantiene una buena relación se enamora de otro hombre (Stanley Tucci). En el medio de ambos conflictos, deberá lidiar con un director (Michael Wincott) que se niega a ceder el corte final de su última película protagonizada por Sean Penn y con un actor (Bruce Willis) que no quiere afeitarse la barba. Ambas películas corren el riesgo de fracasar y con ellas, su carrera profesional.En cualquier escuela de cine uno de los rubros que nunca queda claro es el del productor. Nadie sabe exactamente bien que hace. Pues no hay nada mejor que ver Malos muchachos para saber cuál es su función: resolver todo tipo de problemas ligados al film. Eso mismo hace el personaje de Robert De Niro en la película, resolver los más insólitos conflictos que se le presentan asumiendo toda la presión y responsabilidad del trabajo y, sobre todo, los caprichos de sus colegas.La nueva película de Barry Levinson utiliza el humor mordaz, irónico y negro para retratar el mundo Hollywood, su extraño comportamiento y difícil lógica, para decirnos que la industria del cine es una picadora de carne humana y el productor es la primera cabeza en rodar en este circo. Con un excelente reparto en el que se suman a los antes mencionados John Turturro, Catherine Keener y Kristen Stewart (la chica de Crepúsculo), Malos muchachos se configura como un filme inteligente sobre la cocina del medio que consumimos a diario. Sin la sagacidad de Mentiras que matan pero con la astucia suficiente para cuestionarnos el universo del cine. Escrita por Art Linson y basada en su propia novela homónima.
6.0
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