XVII Encuentro de Cine Europeo - 10 Puntos

Crítica de "Morir como un hombre", exquisito melodrama de João Pedro Rodrigues

El realizador portugués João Pedro Rodrigues, creador de películas claves para la historia del cine contemporáneo como "O Fantasma" (2000) y "Odete" (2005), nos muestra la cruda realidad de la decadencia de un travesti en su último y más visceral opus cinematográfico.

domingo 02 de mayo de 2021

Morir como un hombre (Morrer como um homem, 2009) es una suerte de fábula urbana protagonizada por seres  extremadamente radicales, pero que en nada difieren de la realidad.

Tonia (Extraordinario trabajo de Fernando Santos) es una travesti mayor que espera la operación de cambio de sexo. Durante toda su vida se mantuvo gracias a un espectáculo de café concert que ella misma puso en escena y que el paso del tiempo lo volvió tan decadente y obsoleto como su propia vida. Su días transcurren entre  shows y la rutina hogareña con su novio más joven adicto a las drogas, un hijo homofóbico y una pequeña perra.  Así es la vida de Tonia, una vida como la de todos y la de ninguno.

Morir como un hombre alcanza el equilibrio justo cuando se contrapone el conflicto con la forma que Rodrigues elige para trasladarlo a escena. Imágenes plagadas de un extraño romanticismo –la escena de la canción en el bosque es uno de los momentos más surrealistas y bellos que ha dado el cine en mucho tiempo- para representar la tragedia en la vida de estos seres marginales. 

Tragedia que no es propia de la marginalidad sino de la misma naturaleza humana y es ahí donde el film toma un valor único e insoslayable. Ser travesti no es fácil pero tampoco lo es ser hombre o mujer. No es fácil ser padre y no es fácil ser hijo. No es fácil vivir como tampoco lo es morir. Todos estos tópicos João Pedro Rodrigues los exterioriza en situaciones que por momentos podrían rondar lo absurdo y banal, pero gracias a su maestría y la utilización de planos fijos, colores saturados y una banda sonora exacta no llega a que alcance ese sentido sino todo lo contrario.

El dominio de la puesta en escena roza los límites la abyección cinematográfica pero adquiriendo un sentido estético. Habrá quienes comparen la película con el cine de Pedro Almodóvar, de hecho hay elementos para relacionarlo: el travestismo, las drogas, las citas cinéfilas o el padre travesti tal como sucedía en Todo sobre mi madre (1999), pero que resultan comparaciones vacías o sólo temáticas ya que el cine de Rodrigues difiere en la forma de representación del conflicto.

Morir como un hombre está llena de imágenes que trasgreden lo políticamente correcto y el realizador juega con ello. No como efecto sino como lo que es, lo real. Un cuerpo desnudo, un homofóbico teniendo sexo con otro hombre, un adicto inyectándose, imágenes fijas, muchas veces lejanas, obscuras, fuera del campo visual pero que ponen de manifiesto una realidad, ni distinta ni igual, sólo real.

Muy pocas veces uno tiene acceso a este tipo de estrenos tan únicos y exquisitos que revalidan ese amor por el cine que se creía perdido. Morir como un hombre es una de los grandes estrenos del un año que acaba de comenzar y que por ahora no nos ha dado grandes sorpresas.

10.0
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