CINEAR - 4 Puntos

Crítica de "Boca de fresa", Rodrigo de la Serna y Érica Rivas sin rumbo

Desde su primera escena, "Boca de fresa" (2010) sugiere que podemos estar frente a una gran película proveniente de un cine diferente, narrativo, rítmico, de extraños personajes que rozan lo kitsch, lo retro, una comedia moderna con nuevos códigos. Lástima que todo eso sea sólo una apreciación que se diluye apenas cinco minutos después de los títulos iniciales. Allí nos damos cuenta que la película necesita una brújula para llegar a destino y que aún así nunca encuentra el camino.

Crítica de "Boca de fresa", Rodrigo de la Serna y Érica Rivas sin rumbo
lunes 08 de noviembre de 2010

Oscar (Rodrigo de la Serna) es un mediocre productor discográfico que trabaja junto a su tío (Roberto Carnaghi), un decadente fabricante de estrellas que supo conseguir éxitos en épocas pasadas y que hoy sobrevive gracias a la caza de nuevos talentos. Un día escuchan un viejo hit de los 70 remixado en la radio que se ha convertido en éxito mundial.  Con esta premisa comienza una road movie cuya meta es hallar a quién fuera en un pasado autor de ese tema musical que hoy no para de sonar y del que no se tiene ninguna noticia. Claro está que todo es por el vil metal. ¿Alguien pensó lo contrario?.

Jorge Zima plantea un film al que no se sabe muy bien cómo seguir. ¿Comedia clase B? Esa hubiera sido una buena opción, pero ni siquiera se le acerca. El principal desacierto del film es que nunca encuentra el tono para contar la historia. Lo que empieza como un homenaje a películas como La discoteca del amor (Adolfo Aristarain, 1980) pierde el rumbo y se convierte en una especie de drama con virajes a la comedia rosa, el thriller, el melodrama y, como si fuera poco, todo en clave de absurdo pero con mensaje moralista y redentorio.

Si Boca de fresa no naufraga al zarpar es gracias a un elenco que hace lo que puede para salir airoso de un coctel de variados elementos sin ningún sabor. De más está hablar del histrionismo de Rodrigo de la Serna (Crónica de una fuga, 2006) y Erica Rivas (Por tu culpa, 2010), dos actores que ya demostraron -y vuelven a hacerlo- de cómo se puede salvar una película gracias a su sola presencia.  Resulta difícil imaginar qué hubiera sucedido si el film no contará con ambas presencias. Ambos personajes deben luchar de manera constante en un mar de incoherencias y aun así logran salir airosos, convenciendo al espectador de sus actos indescifrables. Junto a ellos María Fiorentino y Roberto Carnaghi acompañan sin desentonar y hacen que la hora y media al menos se vuelva apacible y pasatista. Al menos en este trabajo, más vale olvidar al elenco restante.

En la búsqueda que el cine propone hay quienes encuentran su rumbo y quienes no. El caso de Boca de fresa es contradictorio, ya que desde lo actoral lo encuentra con el cuarteto protagrónico. Pero pierde de manera contundente con un director que necesita una brújula para llegar a destino sin desbarrancarse en el árido camino de filmar una película.

4.0
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