Crítica de "Plan B": Marco Berger y las relaciones Peligrosas

Luego de su paso por los festivales de Roma, Londres y La Habana, entre otros, llega a malba.cine la ópera prima de Marco Berger "Plan B" (2009). Desde la ambiguedad, el film provoca el quiebre de los límites sexuales pero abarcando un abanico de temas como la amistad, las relaciones de pareja, el machismo y los prejuicios, tanto propios como ajenos.

Crítica de "Plan B": Marco Berger y las relaciones Peligrosas
martes 29 de junio de 2010

Bruno (Manuel Vignau) descubre que su ex novia –con la que se sigue viendo- sale con Pablo (Lucas Ferraro), para él un desconocido. Bruno debe pensar en un plan B para recuperarla. El único posible, a partir de un comentario de ella, es no volver a conquistarla, contrariamente, y por qué no sorpresivamente, el plan será enamorar a Pablo.

Lo que empieza siendo un juego terminará por convertirse en un viaje sin retorno. Plan B pone en riesgo de manera continua los límites entre la sexualidad y la amistad masculina. De repente ambos personajes se sienten atraídos, pero esa atracción no sólo es física, sino que se cruza con un apego en el que se comparten gustos, charlas, recuerdos, comidas, salidas, sentimientos y una ex novia.

El amor que sienten Bruno y Pablo comienza siendo un juego, que poco a poco irá transitando por los senderos del peligro, un peligro que tiene mucho más que ver con lo social que lo que interiormente les ocurre. “Lo que suceda en este cuarto no tiene por qué salir a la luz", plantea uno de los personajes. Esa es la barrera que atraviesa todo el film, entre lo cerebral y lo visceral. Ambos personajes se debaten constantemente entre el hacer lo que sienten o lo que sería lo correcto.

La utilización de separadores con medianeras de edificios podría considerarse como una metáfora acerca de la separación y los límites. Marco Berger nos presenta un mundo homo erótico desde una mirada diferente al cliché que se utiliza para retratar el universo gay. Ni Bruno ni Pablo son afeminados, no son promiscuos, tienen novias, amigos de su mismo sexo. No buscan sexo casual, no frecuentan lugares gay, no se visten a la moda, ni siquiera aparentan ser ambiguos. Ellos no gustan de otros hombres, solamente se enamoran el uno del otro, no hay un mundo más allá de éste, solo un amor que pese a reprimirlo tarde o temprano saldrá a la luz. Sólo el amor de dos personas, sin sexos, sin nombres, sin letreros luminosos.

A través del uso de planos morosos, separadores en tiempos muertos y cierta forma de narración naturalista se mantiene al espectador en un estado de tensión a lo largo de toda la realización, la misma que sufren los personajes y que el espectador recibe literalmente a través de la pantalla. El momento en que el impulso prime sobre la racionalidad será tan esperado por los que están dentro como los del otro lado de la pantalla.

La exploración que hace Plan B sobre la sexualidad es una de las más atractivas que ha dado el cine en mucho tiempo, con madurez, sin resquemores y con mucha más realidad que fantasía. Una historia que romperá nuestros propios límites internos y externos.

8.0
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