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Crítica de “Petróleo sangriento”, Daniel Day-Lewis es el gran predicador

Si pensaban que Stanley Kubrick había muerto, se equivocaron; al menos su espíritu sigue vivo en este film basado en la novela “Petroleo” (Oil) de Upton Sinclair, sobre el magnate del petroleo Daniel Plainview.

Crítica de “Petróleo sangriento”, Daniel Day-Lewis es el gran predicador
lunes 19 de junio de 2023

La manera que utiliza Paul Thomas Anderson para retratar el pesimismo y la decadencia humana con toques operísticos se asemeja a la obra de Kubrick.

Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) es un texano que se dedica a dar grandes discursos a los campesinos de la región (asediada de petroleo) convenciéndolos de vender sus tierras a muy bajo costo prometiendo riqueza y educación a sus habitantes. De esta manera irá forjando su fortuna económica y su decadencia afectiva. Pero no todo es fácil para él pues encuentra un oponente mas duro que ningún otro petrolero, el joven pastor Eli (Paul Dano), predicador del pueblo que le pone a la gente en su contra. La película pone en cuestión de esta manera y en el mismo nivel, a las promesas del capitalismo con las de la Iglesia.

Petróleo sangriento (There Will Be Blood, 2007) así como El Ciudadano (Citizen Kane, 1941) se plantea como una falsa biografía. Dicha persona en realidad nunca existió, pero como el film de Orson Welles, la historia nos describe indirectamente a una personalidad de mucho poder en la actualidad. La música de John Greenwood crea atmósferas y produce un contra punto con el relato supuestamente cotidiano que se nos presenta. Similar a la utilizada en los comienzos de 2001: Odisea del Espacio (2001: A Space Odissey, 1968), genera la sensación de amenaza constante y pone en cuestión la supuesta armonía de las imágenes.

Todo parece estar en orden pero el sonido (que tiene una nominación al Oscar por su Edición) nos anticipa que en cualquier momento dicho orden será quebrado. Paul Thomas Anderson ya había incursionado en las miserias humanas en películas como Magnolia (1999) o Boogie Nights: Juegos de Placer (Boogie Nights, 1997), aquí logra agregarle a ese retrato el cinismo y la acidez para culminar la tragedia de forma operística. Para que no extrañemos tanto a Stanley.

10.0
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