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Crítica de "(500) días con ella": Amar(te) duele

Bocanadas de aire fresco en la renovación del cine indie norteamericano es lo que nos trae "(500) días con ella" ((500) Days of Summer, 2009). La ópera prima de Marc Webb, reconocido director de videoclips, aporta al unísono inteligencia, brillantez, soltura y encanto en lo que comúnmente en cine se denomina un género menor: la comedia romántica.

Crítica de "(500) días con ella": Amar(te) duele
domingo 18 de febrero de 2024

La historia, aunque nada innovadora, es simple: chico conoce a chica, él se enamora perdidamente y ella no hace otra cosa que hacerlo sufrir. Una historia de amor que sólo duró 500 días. A pesar de sonar cursi y ya vista, el film presenta una narrativa que va más allá de lo redundante y trivial, exhibiendo algunos elementos esquematizados como la idealización del amor, el destino predeterminado y la depresión post ruptura sentimental, pero logrando que la representación de los mismos se vuelva brillante en su desarrollo, evitando el lugar común y el facilismo en la resolución del conflicto.

Marc Webb domina con inteligencia una puesta en escena clásica sin renunciar a una estética independiente. Esto se ve ejemplificado no solo en la utilización de una banda sonora con temas del grupo The Smiths, sino también en las claras referencias cinéfilas, la delicada elección del vestuario conjugado con una propuesta visual pop. El uso de la pantalla dividida para separar la realidad y las expectativas, junto al número musical espontáneo luego de una relación sexual, son dos de los puntos más altos de (500) días con ella, logrando el equilibrio justo entre kitsch y arte.

Ráfagas de comicidad provocadas por una mirada melancólica y contemplativa que causan pena y felicidad al mismo tiempo. El relato gana en inteligencia al perder la linealidad de la historia, construyéndose en diferentes temporalidades dentro de los 500 días a los que hace referencia el título. Así tenemos flashbacks dentro de flashbacks combinados con flashforwards. Esta metodología no solo dinamiza la historia, sino que además juega con el espectador haciéndolo partícipe de la trama al tener que hilvanar los hechos en su mente para armar el rompecabezas.

La química que ejercen entre sí (y con el público) los dos protagonistas es lo que termina por conjugar la historia en un film perfecto. Tanto Joseph Gordon-Levitt como Zooey Deschanel no hacen más que generar destellos de brillantez en cada uno de sus parlamentos, gestos y silencios. Es increíble cómo una historia de nerds aspirantes a yuppies convertidos en terroristas emocionales puede dar un giro sobre su propio eje y revalidar una serie de elementos cinematográficos que convierten a (500) días con ella en la gran comedia del año. Excelente por donde se la mire.

10.0
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