Los Ángeles

El director Juan Baldana explicó en distintas entrevistas que el argumento gira en torno a un pueblo en vías de extinción desde que el ferrocarril no corre por esos pagos. Sin embargo, ni siquiera eso queda claro. Sólo hay un grupo de personajes que nacieron en Los Ángeles y hoy vagan sin demasiado que hacer y, además, un par de jóvenes que lo dejaron atrás hace algunos años y viven casi marginalmente en la Capital.Coproducida entre Torneos y Competencias (sí, TyC, donde el director se desempeña como Director Creativo) y el INCAA, Los Ángeles tiene un trabajo visual denotando que los recursos económicos no fueron precisamente un escollo. Filmada en Súper 16 mm, la imagen luce prolijamente desprolija: granulada, sucia, opaca, todo para crear una urgencia inexistente.Esta ostentación hace aún más inentendible cómo es posible que una película sea tan básica, rayana por momentos a la risa provocada (no por efecto de la comicidad sino ante la vergüenza ajena de asistir a semejante espectáculo). En Los Ángeles se pisotea el lenguaje cinematográfico cuando un primer plano de los ojos de Juan Palomino entrecerrados es indicador de enojo, se recorre el barrio de Pompeya en una excursión al amarillismo más retrógrado y bienpensante de Rolando Graña. Se subestima la inteligencia del espectador poniendo en palabras conceptos ya transmitidos por las imágenes.Cuesta creer que el director de Soy Huao, documental presentado en la Competencia Argentina del último Bafici, sea el mismo de este pastiche que abarca desde el drama urbano y el thriller hasta el western más clásico, todo tan grueso y mal construido que parece satírico. Los Ángeles no tiene ni siquiera perdón de Dios.