Una pésima elección

El hombre que corría tras el viento

Una sucesión de errores y desaciertos son los que conforman la ópera prima de Juan Pablo Martínez, coguionada junto al cantautor español Ismael Serrano. Aunque sin duda las dos principales fallas caen en la falta de una estructura narrativa coherente y en lo desacertado de la elección del propio Serrano para protagonizar el film.

El hombre que corría tras el viento
martes 01 de septiembre de 2009
Daniel (Ismael Serrano) trabaja en una aseguradora, por la ventana de su oficina ve pasar todos los días a una bella mujer, Carola (Jazmín Stuart) la camarera del bar donde habitualmente almuerza, de quien se enamora perdidamente. Pero la timidez o el miedo al fracaso le jugarán una mala jugada, aunque la vida le dará una nueva oportunidad para comenzar de cero nuevamente.Resulta muy difícil realizar un análisis del film sin destruirlo desde todos los puntos de vista posibles y lógicos, ya que es imposible rescatar aciertos en una historia plasmada de desaciertos, algunos evitables. Sí hay que reconocer el buen trabajo de la siempre interesante Jazmín Stuart y de Pasta Dioguardi como el amigo ciego, brindando cierto respiro al anticarisma que trasmite Serrano, un personaje sin matices, totalmente anodino e insufrible ante la cámara. Su elección resulta ser uno de los peores errores de El hombre que corría…, una actuación monocorde, carente de crescendo, incapaz de transmitir lo aparente. Su permanencia en pantalla provoca desazón y hasta lastima. Un personaje apático incapaz de conquistar no sólo al personaje femenino, sino también al espectador desde su actuación.La historia, basada en La dulce Carola del propio Serrano, está narrada en dos tiempos cinematográficos. Un presente que, ante un quiebre narrativo provocado ante un cambio de fecha en un DNI, volverá el tiempo atrás y de esta forma la historia podrá tener el desenlace esperado por el protagonista. Pero el problema surge a partir de que el juego temporal no es explicado cinematográficamente y uno llega a pensar que el proyectorista invirtió los rollos de la película y la está viendo desordenada.Otro de los grandes defectos que tiene el film es el de querer ser pretencioso. El onirismo que trata de transmitir no se justifica desde ningún punto de vista. Como así tampoco el uso de metáforas que remiten a cierta cursilería ochentosa demodé. Personajes verborrágicos que hablan por hablar, frases hechas e increíblemente cargadas de una lirica fuera de tiempo.Pese a tratar de querer encontrar un acierto en esta, más que mediocre, producción resulta imposible intentar justificar lo injustificable. Una mala película, provocada por un mal e inconsistente guión y una malísima elección protagónica.
2.0
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