Arrástrame al Infierno

Una joven empleada de banco tiene una decisión moral que tomar: ascender social y económicamente -entiéndase pactando con el diablo- o hacer lo que le dicta su corazón y continuar ayudando a quien lo necesite dando créditos. La cuestión es que ella se ve acorralada por su jefe (también por su suegra) y decide acceder a una mejor vida. Lo que no sabe es que junto a ella se instala una maldición que la arrastrará... hasta el infierno.Sam Raimi vuelve a su viejo amor, el terror clase b, ahora -y con el respaldo de El hombre araña a cuestas- con mayor presupuesto, que le permite el uso de efectos especiales acordes a la época, aunque el estilo de este realizador al encarar este tipo de proyectos sigue siendo el mismo. Raimi pareciera tomarse todo en broma: la historia, incluida su moralina, la magia negra y hasta los efectos especiales, más en función de ridiculizar los monstruos (la vieja sin dentadura tratando de morder a su víctima es un ejemplo) que de hacer creíble lo que estamos viendo.Llevando el terror al extremo casi paródico, Raimi logra divertir tanto como asustar. Con pocos recursos, el director muestra –y demuestra- todo su potencial a la hora de crear efectismos. Movimientos de cámara, angulaciones del cuadro, sombras difusas,  etc.; todos elementos que no hacen más que poner en funcionamiento la maquinaria del entretenimiento.El planteo inicial del relato (ser bueno y solidario o individualista y exitoso) esboza la misma dicotomía que la magia negra: creer o reventar. Así mismo, el tono del filme instala la duda sobre su género: terror o parodia. En definitiva, y para plantear mas certezas que dudas, la película busca dejarse arrastrar, pero no al infierno, sino al más puro entretenimiento.