Big Bang Love

El joven Jun trabaja en un bar gay, un día es arrestado por matar a uno de los clientes del local luego de ser abusado sexualmente. En su viaje hacia la cárcel conoce a Shiro, un preso lleno de tatuajes, que no tarda en ejercer la violencia para pasar a convertirse en el jefe de los demás presos. Jun, más indefenso, se siente atraído por todo lo que encarna su compañero. Él es el único al que Shiro protege porque ambos se respetan aceptándose tal y como son. Esta situación lleva a provocar una relación simbiótica en la que ambos se necesitaran mutuamente para poder seguir el cauce de de sus vidas. Aunque voluntariamente críptica y en algunos momentos confusa, la película supera las dificultades auto impuestas por su discurso gracias a una puesta en escena brillante que se nutre de una iluminación obscura manteniendo a los personajes en penumbras, otorgándole de esta forma, un pulso dramático perturbador junto a una concepción cinematográfica, que se asemeja a lo teatral, una propuesta claramente revolucionaria en el entorno artístico de Takashi Miike. En Big Bang Love todo está rodado de un esteticismo a lo Lars Von Trier, con decorados simples, poca iluminación, largos silencios, y ausencia casi total de banda sonora. Si bien el guión por momentos se vuelve confuso, creando baches narrativos y ausencia en la definición de los personajes, Miike logra imprimirle su toque personal otorgándole un dejo de violencia que se apodera de la historia dejando de lado lo narrativo para pasar a ser puramente descriptivo. Big Bang Love es un acierto graciasa la valentía formal de tratar un tema controvertido y la magnificencia de su puesta en escena a pesar del abuso simbólico del que muchas veces occidente se queda fuera y de la ausencia de una historia clara.