Depende de quien lo ve

El Artista

Mariano Cohn y Gastón Duprat son –además de los realizadores del film- una verdadera dupla creativa.   Ese humor entre irónico y por momentos bizarro que recorre parte sus creaciones tiene lugar en su primer film de ficción: El artista.  Ya no en el universo de lo cotidiano y barrial, sino en el mundo del arte contemporáneo.

El Artista
miércoles 27 de mayo de 2009
El antecedente no sólo está en el cine (el documental Yo presidente), sino en la creación y dirección de Ciudad Abierta y en los programas Cupido y Cuentos de terror (en cable) y Televisión abierta, aquel programa de América en donde la gente tenía un minuto para hacer/decir lo que quisiera en –justamente- la televisión ídem.La historia es sencilla: un abúlico enfermero (el músico Sergio Pángaro) tiene a su cargo en un geriátrico a un viejo (el escritor Alberto Laiseca), que sólo abre la boca para pedir “un pucho”, casi automáticamente.  El viejo entra de vez en cuando en una suerte de transe y dibuja, momento que en la piel de Laiseca asume un histrionismo elogiable.  El enfermero decidirá adueñarse de los dibujos y hacerse pasar por el verdadero artista, consiguiendo de inmediato un lugar de privilegio en el ambiente del arte contemporáneo.Que aquellas creaciones aparezcan veladas a los ojos del espectador, es todo un mérito.  Porque más allá de la parodia al snobismo e impostación del medio, lo que El artista muestra es la capacidad para discernir qué es arte y qué no.  Y el hecho de que la misma película tenga una amplia estilización en la construcción espacial potencia esta búsqueda.  El espectador deberá construir mentalmente los dibujos y tendrá un rol activo en cuanto a tratar de discernir bajo qué parámetros se define tal capacidad.El relato tiene varios interludios en los cuales se recorta sobre la pantalla dos cuadrados que simulan ser los marcos de los dibujos.  Las tomas registran detrás de ellos a los comentarios de los visitantes del museo, logrando instantes de genuina comedia.  Lo interesante es que ni la comicidad ni el manierismo de Cohn y Duprat alteran el propósito reflexivo de la película.  Por el contrario, lo potencian.  ¿Cuáles son los límites entre arte y vida?  ¿Qué estatutos debe perseguir el arte en la contemporaneidad?  Dos preguntas que el film problematiza e invita a pensar.  Como “guiños” aparecen diversas figuras del arte actuando y parodiándose, como por ejemplo León Ferrari (uno de los productores), Rodolfo Fogwill (escritor y ensayista), Horacio González (director de la Biblioteca Nacional), entre otros. El artista sostiene su ritmo narrativo pausado y propone una extraña dialéctica con el personaje del enfermero: ¿héroe, villano?  ¿Desear que sea descubierto?  ¿Desear que logre sus propósitos?  Difícil establecer de cuáles se tratan, porque el personaje parece marcar su propio camino a través de los comentarios y las ambiciones de quienes lo rodean: todo el establishment cultural.  Allí radica el segundo misterio de la película además del rol que ocupa hoy día el arte.  En respuesta a ello, alguien dice como al pasar: “el arte está en el ojo de quien mira”.
8.0
Te puede interesar
Últimas noticias
MÁS VISTAS