El Silencio de Lorna

Lorna (Arta Dobroshi) pertenece a una organización que se enriquece con matrimonios arreglados para conseguir nacionalidades. El drama comienza cuando se encariña con su actual marido “arreglado” y se revela a la organización de la cual forma parte. Su vida correrá peligro. Lo grandioso de la construcción dramática que los Dardenne hacen, es la generación de tensión a través del fuera de campo. Este recurso adquiere un papel principal formando dramatismo en el relato. Aquello que queda relegado del cuadro cinematográfico, se configura como una amenaza para los protagonistas. Como en sus anteriores filmes, los Dardenne no muestran sino infieren situaciones y conflictos, que luego el espectador deberá deducir. Este tratamiento de la puesta en escena produce una incertidumbre acerca del destino de los protagonistas. Otro recurso son los cortes de las escenas que terminan de manera abrupta las acciones, marcando elipsis temporales tan brutales como la realidad que construye el film. El destino de los protagonistas se carga de crudeza con éstos cortes, evidenciando que en cualquier instante sus vidas pueden terminar bruscamente. La tensión se agiganta con el correr de los minutos, transmitiendo la desesperación y encierro que sufren los personajes en ese universo áspero que montan los Hermanos Dardenne. Al referirnos a los cineastas belgas, ya podemos hablar de maestros en construcción dramática, posicionando a El Silencio de Lorna como uno de los mejores filmes del año.